Docencia universitaria en tiempo de coronavirus

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Activando el control, reproduciendo desigualdades y perdiendo la oportunidad de repensar metodologías docentes

La suspensión de clases presenciales y el confinamiento decretado en el estado de alarma para prevenir el contagio del coronavirus se ha traducido en una situación de teletrabajo sobrevenida, sin planificación, para la comunidad universitaria. El primer aprendizaje de esta situación es reconocer que una función clave de la Universidad es la educación y, por tanto, una tarea prioritaria del PDI es la docencia. Importante, por tanto, que al terminar esta situación anómala se revise el sistema de acreditación, reconocimiento de méritos y promoción en coherencia con este hecho. Además, debería abordarse la cuestión eternamente pendiente de la equidad en el reparto de cargas de trabajo del PDI, reconociendo todas las tareas de docencia, investigación y gestión que se realizan, teniendo en cuenta las diferencias en estabilidad laboral y las cargas de cuidados.

Como es habitual en la Universidad de Sevilla, la reacción más rápida ha sido la del control y la exigencia sin tener en consideración las desigualdades socioeconómicas y personales de la comunidad universitaria. Desde la dirección de las facultades, escuelas y departamentos ha llegado antes la exigencia de pruebas de cómo se estaba realizando la docencia no presencial que la pregunta sobre necesidades de medios y dificultades personales para abordar la docencia. Se ha presupuesto que todo el PDI y el estudiantado tenían la disponibilidad de medios, tiempo y tranquilidad para afrontar una tarea, la docencia a distancia, que, en muchos casos, está requiriendo un elevado número de horas adicionales de trabajo.

Sin embargo, la realidad está marcada por la desigualdad que se amplifica en situaciones de crisis como la del coronavirus. Apuntemos tres desigualdades universitarias estructurales que afloran ahora:

  1. La brecha digital y material que implica que no todas tenemos acceso a internet, ordenadores suficientemente potentes y un espacio de trabajo en las mismas condiciones. Muchos/as estudiantes, y también una parte del PDI, no disponen de los medios para abordar una docencia basada en clases virtuales con uso de internet y ordenadores actualizados. Tampoco disponen de las condiciones materiales y de intimidad para abordar el estudio con concentración y tranquilidad. Tengamos en cuenta los numerosos ordenadores obsoletos con los que trabajamos una parte importante del PDI, dada la falta de financiación y su desigual distribución en los últimos años de recortes. Además, la mayoría del PDI está trabajando en casa con ordenadores de uso personal comprados con su dinero, no con ordenadores aportados desde la US para desarrollar su trabajo.
  2. Las desigualdades en las cargas de trabajo de cuidados. No se ha tenido suficientemente en cuenta las dificultades de abordar tareas de docencia presencial con niños y niñas de distintas edades y con distintas necesidades personales y escolares que atender en casa. Además, tampoco se ha tenido en cuenta la atención de personas mayores y enfermas.
  3. Las desigualdades salariales y en la estabilidad laboral del PDI. No es lo mismo abordar una sobrecarga de trabajo docente, y las exigencias materiales y digitales de esta crisis, con un contrato laboral estable que con la amenaza de un contrato precario con fecha de finalización, y exigencias de acreditaciones y concursos para el mantenimiento del puesto de trabajo.

Por otro lado, la estrategia de control docente ha ido unida a presiones para mantener las metodologías docentes centradas en la clase magistral replicada ahora por videoconferencia a través de una plataforma de enseñanza virtual privativa. Perdemos así, una vez más, la oportunidad de abordar la necesaria renovación en las metodologías docentes que la US necesita con urgencia. Nos ocupamos de las formas y no del fondo, cuando lo realmente importante es el cambio hacia una docencia orientada al aprendizaje activo y autónomo, basado en el método investigativo, centrado en quien estudia y no en quien enseña. Replicar de forma virtual la presencialidad de la clase magistral implica seguir reproduciendo los errores de una metodología docente obsoleta.

Desde nuestra sección sindical llamamos la atención al equipo de Gobierno para que contacte con urgencia con todo el PDI y el alumnado para preocuparse por sus necesidades para desarrollar la docencia a distancia. En función de los requerimientos de la comunidad universitaria, el equipo de Gobierno debe liderar el aporte requerido de medios materiales y condiciones adecuadas para la docencia online, al menos, hasta la finalización del presente curso académico.

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