Desde el inicio de la pandemia, el Equipo de Gobierno de nuestra Universidad lleva tomando decisiones sobre la impartición de la docencia sin contar con la comunidad universitaria. El Equipo de gobierno está obsesionado con la “presencialidad” en las aulas lo que no le permite analizar la impartición de la docencia desde una perspectiva integral y holística para el desarrollo completo del actual curso 2020/21.Esto está llevando a que se tomen decisiones confusas, cambiantes, cuando no directamente fallidas, que están mermando la calidad de nuestra docencia, y creando estrés y perjuicios personales y profesionales al alumnado y el profesorado.
Recordemos que el sistema de docencia semipresencial se ha realizado sin contar con los suficientes recursos para hacerlo de manera mínimamente pedagógica. Además, se ha duplicado el trabajo del profesorado, que se han manifestado abrumadoramente en contra de la forma en que se ha gestionado la situación desde el equipo de Gobierno (por ejemplo, ver resultados de nuestro cuestionario). Por si esto fuera poco, el profesorado no ha sido consultado en ningún momento, ni al principio del curso ni en la actualidad, a pesar de que se le echa encima toda la responsabilidad docente. En este contexto, la última vuelta a la docencia semipresencial ha sido irreflexiva e incluso disparatada en el contexto que nos encontramos. Era evidente que nos encontrábamos a punto de entrar en el tercer pico de contagios de coronavirus, a lo que se le ha sumado el contexto de la ola de frío. Esto ha supuesto exponer a profesorado y alumnado, de manera imprudente, al contagio y a soportar unas condiciones de trabajo innecesariamente penosas ante la obligatoriedad de tener las aulas ventiladas.
Toda la comunidad universitaria estamos pagando (algunos, como el Rector, con el ridículo) una forma de tomar decisiones antidemocrática y opaca, que no solo ignora las necesidades de la plantilla de profesorado, sino que, además, se expone a cometer errores totalmente evitables.