Uno de los elementos más notorios que pone de manifiesto las carencias del proceso de transición a la democracia en el Estado español es la pervivencia de los símbolos franquistas en la sociedad. A diferencia de otros casos del entorno europeo y de América Latina, donde el paso a la democracia supuso una ruptura total con la simbología del Estado dictatorial, aquí siguieron vigentes multitud de insignias, escudos, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del franquismo en edificios y espacios públicos. Bien es cierto que con los primeros ayuntamientos democráticos conformados tras la dictadura en 1979 se procedió a una primera limpieza del callejero de esta simbología, sobre todo en relación con las principales plazas y avenidas que tenían el nombre del dictador y de otros próceres del fascismo español. Pero perduraron multitud de otros nombres en el viario, en la nomenclatura de centros de enseñanza y sanitarios, además de placas, escudos y monumentos de exaltación del anterior régimen. En 2007, por presión de un pujante movimiento memorialsita, se promulgó la llamada Ley de Memoria Histórica que instaba a la retirada de la simbología franquista del espacio público. Esta medida se está adoptando con excesiva lentitud y ha contado, además, con la activa resistencia de sectores de la derecha –y en ocasiones también de gentes llamadas de izquierdas con responsabilidad en instituciones–, por lo que en la actualidad siguen presentes multitud se vestigios de la dictadura fascista. Algo impensable en cualquier democracia de calidad y que generó perplejidad al propio relator especial de Naciones Unidas del Consejo de Derechos Humanos que en su informe del 22 de julio de 2014 recomienda al gobierno español la retirada definitiva.
La exhibición de esta simbología en el espacio público, además de suponer una humillación para las víctimas y gentes con sentido democrático, cumple una función legitimadora del franquismo pues solo con su presencia lo normaliza, contribuyendo a la extensión de nuevos significados que desvirtúan su perversa naturaleza represiva. El franquismo es hoy día presentado por amplios sectores de la derecha y, también por algunos llamados progresistas, como un sistema autoritario que derivó por propia inercia en un estado democrático, ocultando su acta fundacional a través de un cruento golpe de Estado contra la legalidad republicana y una violencia represiva sin precedentes que solo en nuestra tierra andaluza dejó un saldo de más de 50.000 víctimas asesinadas y desaparecidas y decenas de miles de personas represaliadas en diferentes variantes.
El edificio más emblemático de nuestra Universidad, en su sede central, la Antigua Fábrica de Tabacos, uno de los más visitados de la ciudad por el turismo, conserva aún dos símbolos de exaltación franquista de envergadura: uno es un escudo de la dictadura de tres toneladas que corona la puerta de ‘Ciencias’ y que data de 1956; y el otro es una lápida de 1965 que ensalza a Franco como Duce ubicada en uno de sus patios. La presencia de ambos símbolos es intolerable en una institución que sufrió con dureza las represalias del franquismo con la depuración de parte de su plantilla y la imposición de principios ajenos a la libertad y la democracia. No se pueden alegar argumentos de "calidad artística" para demorar su definitiva retirada. En caso de que el escudo pueda tener cierto valor artístico pedimos que se exhiba en un museo siempre que quede debidamente explicado lo que significó la dictadura fascista, pero no puede estar presidiendo un día más una de las puertas de nuestra Universidad. Hemos conocido por la prensa que se retirará finalmente en verano. Exigimos que se retire, de una vez, lo antes posible. ¿Alguien concebiría un escudo nazi coronando una portada de una universidad alemana o austriaca? Y por otra parte exigimos, también, la inmediata retirada de la lápida que no posee valor artístico alguno y su sustitución por otra del mismo tamaño que homenajee a la comunidad universitaria (docentes, estudiantes y personal) que fueron depurados por el franquismo o que sufrieron persecución y represalias por su activa lucha en pro de las libertades.
Por una Universidad Pública libre de vestigios del franquismo