El papel de las burocracias sindicales
La burocracia está muy extendida en los grandes sindicatos, desde sus cúpulas hasta muchas secciones sindicales. ¿Cuál es el papel de esta burocracia sindical? Responder a esta pregunta es clave para entender las bases de la lucha por nuestros derechos y por la Universidad Pública.
En sus orígenes, en los inicios de la Revolución Industrial, los sindicatos fueron prohibidos por empresarios y gobiernos, y los sindicalistas perseguidos (lo cual, por desgracia, aún ocurre en diversos sitios y en demasiadas ocasiones). Ante la imposibilidad de una victoria, empresarios y gobiernos decidieron que era mejor “unirse” que luchar contra plantillas bien organizadas. Así, legalizaron los sindicatos y comenzaron a ofrecer privilegios a una capa de “representantes”. Nació así la “burocracia sindical” con un papel muy claro pero complejo: representar a trabajadores y trabajadoras en la empresa para canalizar las reivindicaciones de forma institucionalizada y siempre dentro de un orden establecido desde arriba. De esta manera, la burocracia sindical está en una posición intermedia entre las plantillas que supuestamente representan, y empresarios y gobiernos. Esta posición intermedia hace que la burocracia sindical sea sensible a las presiones desde abajo, pero también a los intereses de los de arriba, intentando en todo momento fomentar la “paz social”, aunque sea a expensas de mermar las condiciones laborales. Cuando la clase trabajadora se moviliza, la burocracia está en una posición muy delicada, pues debe justificar su papel ante la movilización a la vez que intenta que las reivindicaciones no vayan más allá de lo admisible por la empresa. Esto es especialmente grave y difícil en tiempos de un capitalismo en crisis, cuando empresarios y gobiernos dicen tener muy poco margen para conceder ‘migajas’ a las burocracias sindicales, que sin éstas no pueden justificar su papel intermediador, quedando en evidencia ante las plantillas.
En el contexto actual de recortes y reformas antisociales, las burocracias sindicales están actuando de cortafuegos, dosificando la información que llega a las plantillas,obstaculizando las movilizaciones para que, como mucho, acaben en mesas de negociación que firman retrocesos laborales. Así ayudan a que los recortes se pongan en marcha, aunque sea algo rebajados. Ejemplos de esto hay muchos a nivel general y en nuestra Universidad: la firma del recorte de las pensiones de CCOO y UGT con Zapatero, la firma en la CIVEA del paso a Contratado Doctor Interino engañando a la asamblea de la plantilla en nuestra Universidad, el no asumir en el Comité de Empresa del PDI todas las reivindicaciones del PDI interino tirando a la baja de cara al Equipo de Gobierno de la US, la firma de muchos de los recortes nuevos al PAS tras algunas mejoras relativas (peorías al fin y al cabo), el bloqueo en Junta de Personal y Comité de Empresa del PDI de la huelga promovida desde ADIUS para septiembre de 2013… Estos son solo algunos ejemplos que ilustran que solo movilizan bajo su control, cuando no desmovilizan directamente. La burocracia sindical juega con la confianza de la plantilla en que sabrá arreglar sus problemas, de manera que desde un paternalismo prepotente intentan aprovechar las dificultades de las plantillas para autoorganizarse, alimentando a su vez un posibilismo derrotista que prioriza la negociación controlada por ellos frente a la movilización de la plantilla.
Desde el SAT defendemos que son las plantillas las que deben decidir y controlar directamente sus condiciones laborales, lo que significa en muchos casos desbordar a la burocracia sindical. En estos momentos de crisis, solo mediante movilización y democracia directa mejoraremos nuestras condiciones laborales y la Universidad Pública con ciertas garantías de éxito.