El jueves 11 de diciembre tenía lugar una sesión del Claustro Universitario para debatir y votar propuestas de modificación del Estatuto de la US y otros Reglamentos Generales, una de ellas la evaluación del alumnado. El Rector y la Comisión de Proyectos Normativos, a instancia de un grupo de claustrales del sector A, proponen modificar el artículo 55.3 del Estatuto: donde ahora dice que los “sistemas de evaluación contemplarán la posibilidad de aprobar una asignatura por curso de manera previa a la prueba final”, dirá que “podrán contemplar la posibilidad de aprobar una asignatura por curso de manera previa a la prueba final de la primera convocatoria”; eliminando el derecho del alumnado a ser evaluado antes de la primera convocatoria y contando estas pruebas solo el 30% de la calificación final. Con esta nueva propuesta se limita al estudiantado las posibilidades de aprobar, lo que conllevaría tener que pagar más segundas o terceras matrículas que son especialmente caras; tan caras que ha aumentado el abandono universitario por motivos económicos. Además, el favorecer que se abandone la evaluación continua podría afectar a la calidad de la docencia y su evaluación.
Este atentado al estudiantado se intentó hacer, además, sin haberlo negociado con sus representantes. Al estudiantado sólo le quedó una opción para detener la votación de esta normativa: impedir que el Claustro se celebrase. Y así lo hicieron. Antes de las 9:30 bloquearon las entradas al salón de actos donde el Claustro tendría lugar, impidiendo que hubiera quórum para celebrar la sesión. A pesar del número de estudiantes, de la justa lucha por sus derechos, de su actitud reivindicativa y totalmente pacífica, el Rector seguía insistiendo que el Claustro se aplazaba una hora más tarde, algo que era imposible, pues no se puede aplazar algo que no ha empezado. El alumnado insistió y, finalmente, consiguió entrar pacíficamente en el salón de actos, y el Rector, por fin, decidió suspender el Claustro hasta nueva convocatoria.
Este hecho ha salido en la prensa, donde el Rector aduce a la “violencia” del estudiantado, violencia que es conceptualmente imposible. Para ejercer violencia debe hacerse desde una posición de poder (no la tienen las y los estudiantes), se tiene que ejecutar de manera reiterativa (la última vez que se impidió un Claustro fue hace unos 30 años), y de manera intencional (no hay ninguna intención contra nadie, es sólo contra una nueva normativa). Sin embargo, el Equipo de Gobierno (con posición de poder) lleva haciendo propuestas reiterativas que perjudican sistemáticamente al alumnado: reducir su participación en la Comisión de Proyectos Normativos, aplazar desde hace años las elecciones parciales al Claustro, muchas vacantes no están cubiertas, y ahora, el cambio de sistema de evaluación sin negociación.
A menudo el Rector ha presumido de que luchó en los años 80 en el movimiento estudiantil que ahora condena cuando, por ejemplo, se luchó por unos Estatutos avanzados o se consiguió el derecho de que las asignaturas anuales tuvieran parciales (de donde viene el derecho a ser evaluado antes de la primera convocatoria). Con su actuación como Rector, propone una vuelta a tiempos pre-LRU y, obviando las enseñanzas de Gandhi y otros ejemplos de resistencia civil, realiza una intencionada acusación de violencia.
Los y las estudiantes han dicho basta, han demostrado que la acción conjunta da sus frutos, han conseguido detener un cambio de la normativa que no ha sido ni debatida ni consensuada con los primeros afectados, han mostrado que su voz tiene que ser oída y han conseguido que el día siguiente -12 de diciembre- se apruebe el calendario electoral de elecciones parciales para cubrir las vacantes.
La posición del Rector y su Equipo de Gobierno ha sido de ceguera total, quizás la prepotencia con la que gestiona nuestra Universidad sea la causa de la misma. Pero esta ceguera deja muchas consecuencias; una relación se rompe en una mañana, pero no se reconstruye tan fácilmente. Por lo pronto, el estudiantado tiene asamblea para decidir si solicita la dimisión del Rector, y decir BASTA a esta repetición de violencia estructural de la que son objeto. Desde el PDI del SAT-US mostramos todo nuestro apoyo a la lucha del movimiento estudiantil por una Universidad más democrática y de calidad. También reclamamos que una modificación de algo tan sensible para el alumnado como el sistema de exámenes sea propuesta sin prisas, haciendo un buen análisis de la realidad que justifique (o no) la reforma y, por supuesto, tras dialogar serenamente con los representantes del estudiantado.