A veces no somos conscientes de que gran parte de los derechos sociales de los que disfrutamos se han conseguido a base de luchas en las calles y en los centros de trabajo. El sufragio universal, la existencia de sindicatos, la jornada laboral de 8 horas, los convenios colectivos que tenemos en la Universidad, etc.
Sin embargo, durante décadas las burocracias de los sindicatos mayoritarios llevaron, y aún llevan, una dinámica pactista, priorizando las negociaciones a las movilizaciones, lo que ha debilitado o no ha generado tradición de lucha en muchos centros de trabajo. Esta estrategia fundamentada en la negociación, y que ha renunciado o despreciado la movilización, nos ha llevado a perder derechos continuamente. Así, cuando llegó la crisis económica actual la enfrentamos con un ‘músculo sindical’ debilitado en muchos sitios.
Sin embargo, a raíz de la crisis económica actual y la estafa social en la que la han convertido sus responsables, hemos visto y participado en luchas que han conseguido victorias. Aunque hayan sido luchas eminentemente defensivas que han conseguido victorias parciales. Por ejemplo, el Movimiento 15M, que ahora cumple 2 años, ha conseguido victorias ideológicas muy importantes, mostrándole a mucha gente que los gobiernos de ahora gobiernan para el poder económico y no para la gente. Las ocupaciones de tierras por el SAT han conseguido la explotación por parte de cooperativas de tierras de terratenientes o tierras públicas que iban a ser vendidas al mejor postor. El movimiento por una vivienda digna ha logrado que se aumente el umbral de embargo de la nómina para desahuciados, parar cientos de desahucios, que se tramite su ILP en el Congreso y dar vivienda en casas vacías a cientos de familias… por ahora. Las plantillas de recogida de basura han conseguido parar recortes en ciudades y pueblos como Granada, Jerez, Sevilla, El Coronil o Málaga, etc.
Y en la Universidad de Sevilla también tenemos ejemplos de luchas históricas por los derechos laborales y democráticos en los años setenta y ochenta, y también luchas recientes. Movilizaciones victoriosas, como la huelga de la plantilla de limpieza en 2004 que consiguió grandes avances en sus condiciones laborales, o la convocatoria de huelga (frustrada) del PDI en 2006 que consiguió avances salariales y de estabilidad laboral, o la invasión de las escaleras del rectorado la pasada primavera por parte de unos 200 PAS (y algún PDI) hasta la retirada temporal del aumento de jornada laboral de dos horas y media semanales, o el parón académico de dos semanas en Mayo de 2012 que forzó al Gobierno Andaluz a subir las tasas lo mínimo que permitía el gobierno central, las protestas estudiantiles en 2013 han hecho que el Rector apoye de cara a la Junta de Andalucía el ir más allá en el fraccionamiento de la matrícula, etc. Además, tenemos que pensar hasta dónde hubieran llegado los recortes si no nos hubiéramos movilizado, por ejemplo, en las huelgas generales de los últimos años contra los gobiernos del PSOE y el PP.
Las posiciones de los gobiernos central y andaluz, y del Equipo de Gobierno de nuestra Universidad, asumiendo, cuando no impulsando, una austeridad destructiva, así como los retos que tenemos por delante, como la continuación de los convenios colectivos de PDI y PAS, no nos dejan más salida que la lucha. Una lucha no solo defensiva, sino ofensiva por nuestros derechos y por construir una mejor Universidad Pública, más democrática y realmente al servicio de la sociedad. Como grita el movimiento por una vivienda digna: ¡Sí se puede!